La historia de como se ha ido desarrollando nuestro conocimiento del Universo en el que estamos y del cual formamos parte, es realmente bonita e interesante, pero mucho mas apasionante puede llegar a ser el descubrir por nosotros mismos esa belleza y esos misterios que encierra el firmamento, así que, para empezar, ¿que les parece si nos vamos a pasar un buen rato disfrutando de la observación del cielo nocturno?.
Foto: La constelación de Orión, conocida también como El Arado
Pues bien, para poder apreciar con el mayor detalle posible, ese maravilloso espectáculo que nos ofrece la naturaleza, vamos a alejarnos de las luces artificiales del pueblo y situarnos en un lugar desde el que no se vea ninguna otra luz que no sea la de las estrellas y que esté protegido del viento si es posible. Es importante ir bien abrigado, pues de lo que se trata es de disfrutar, no de sufrir. Incluso es muy conveniente llevar un abrigo impermeable durante las noches húmedas.
…Nos instalamos cómodamente …y nos sentimos bien.
Por un rato, nos olvidamos de esos pequeños problemas de la vida, que a veces nos parecen tan enormes, y nos sumergimos con la vista dejando volar nuestra imaginación a través de ese grandioso Universo que tenemos delante. Ese si que es enorme de verdad, y tanto, que su tamaño supera a todo lo que nuestra mente es capaz de concebir.
A medida que nuestra vista se va adaptando a esa débil luminosidad, vamos distinguiendo cada vez, mas y mas estrellas de diferente brillo e incluso empezamos a diferenciar el color de las mas brillantes, con tonalidades rojizas, amarillas o azuladas.
Nos sentimos perdidos en esa inmensidad y necesitamos encontrar alguna referencia para orientarnos, así que formamos figuras en el cielo uniendo con líneas imaginarias algunas de las estrellas mas brillantes.
Al principio, solo vemos figuras geométricas sencillas: un triángulo, un cuadrado, un rectángulo, una cruz, etc.; pero luego, uniendo esas figuras sencillas, nuestra imaginación empieza a formar otras figuras mas complicadas y vemos grupos de estrellas que nos recuerdan objetos familiares:
¡Mira!, yo veo allí un barco y, a la derecha del barco veo un camello, ¡ah!, y ves ese otro grupo de estrellas por encima y un poco a la izquierda del barco, a mí me recuerda la forma de una silla.
En fin, que al cabo de un rato puede que hayamos reunido una pequeña colección de estas figuras imaginarias, o sea que habremos empezado a hacer, mentalmente, nuestro particular mapa del cielo, formado por figuras que mañana nos serán fáciles de recordar y nos ayudaran a identificar las posiciones de los astros y de esta forma podremos apreciar mejor si se produce algún cambio.
Pues así, sin darnos cuenta, resulta que hemos estado haciendo lo mismo que hicieron nuestros antepasados allá en la mas remota antigüedad: ¡¡hemos reinventado las constelaciones!!.
Y es que esto de las constelaciones no es nada real, solo es una forma de dividir la bóveda celeste en parcelas, dando a cada una de estas parcelas o regiones estelares un nombre distinto, normalmente relacionado con algo familiar que nos sugiere la particular distribución de las estrellas en esa zona, lo cual nos ayuda mucho a recordarlas y, por lo tanto, a reconocerlas en cualquier otro momento, haciéndonos mucho mas fácil su estudio.
Pero, si cada uno de nosotros usara su propio mapa particular del cielo, tendríamos diferentes nombres para un mismo grupo de estrellas y sería difícil que nos entendiéramos. Así que, para evitar esto, los astrónomos de todo el mundo han llegado a un acuerdo para utilizar una única división del cielo en constelaciones de manera que todos llamemos a cada conjunto de estrellas por el mismo nombre.
En este mapa “oficial” del cielo se han conservado muchos de los nombres utilizados en la antigüedad: Algunos son nombres de personajes mitológicos, como Perseo, Casiopea, Andrómeda, Orión o Hércules; otros son nombres de animales, como Draco (el dragón), Aries (el carnero), Tauro (el toro), Leo (el león), Cáncer (el cangrejo), Escorpio (el escorpión), Piscis (los peces), Cygnus (el cisne), etc.; y otros se refieren a objetos o instrumentos, como por ejemplo: Libra (la balanza), Cráter (la copa), Horologium (el reloj), Sagita (la flecha), Sextans (el sextante), Microscopium (el microscopio), Telescopium (el telescopio), etc.; que, como ven, se designan por su nombre en latín, aunque muchas veces utilicemos su traducción a nuestro propio idioma.
De todas formas, sigue siendo frecuente llamar a algunas constelaciones por otros nombres mas populares, y así, por ejemplo, entre nosotros a Orión se la conoce como “El Arado”, a Las Pleyades como “Las Cabrillas”, o a la Osa Mayor como “El Carro”; como ven, muchas veces relacionados con los tradicionales medios de vida agrícolas y ganaderos.
También a las estrellas mas brillantes se les ha dado nombres propios, muchos de ellos de origen árabe, como Algol, Aldebarán, Antares, Denébola, Betelgeuse, Rigel, etc. Ya que durante la edad media fueron los árabes quienes hicieron una importante recopilación del saber de la antigua Grecia en libros como el famoso Almagesto y desarrollaron uno de los mas importantes catálogos de estrellas de la época.
Pero, bueno…, hoy vamos a conformarnos con el placer de la simple contemplación de esa multitud de puntitos de luz. La próxima vez, si traemos un mapa o «planisferio celeste» y una linterna que nos dé una luz roja muy débil (lo justo para poder leer el mapa sin que nuestra vista pierda su adaptación a la oscuridad), podremos empezar a reconocer o identificar algunas estrellas y las constelaciones que forman, para irnos familiarizando, poco a poco, con ese «tapiz de fondo» que será nuestra principal referencia para descubrir y estudiar el movimiento aparente de otros objetos como La Luna, los planetas (incluida La Tierra, donde nos encontramos), los cometas que nos «visitan» de vez en cuando o El Sol, del cual hoy sabemos que solo es una estrella mas entre los mas de cuatrocientos mil millones de ellas que forman la galaxia a la que llamamos Vía Láctea, la cual a su vez solo es una galaxia mas entre otros muchos miles de millones de ellas que pueblan el Universo.
Hoy sabemos además que El Sol es en realidad una estrella de las mas pequeñas, y que el hecho de que la veamos mucho mas grande y brillante es solo porque está mucho mas cerca de nosotros.
Y también sabemos que, igual que ocurre con nuestro Sol, alrededor de muchas de las demás estrellas giran otros planetas; así que las probabilidades de que el «milagro» de la Vida se haya producido también en otras partes del Universo son realmente muchas, aunque, dadas las enormes distancias que nos separan de nuestros posibles vecinos, también es realmente difícil que alguna vez pueda producirse algún encuentro o comunicación con ellos.
Cúmulo de galaxias fotografiado por el Telescopio Espacial Hubble.
Cada galaxia contiene cientos de miles de millones de estrellas similares a nuestro Sol
Así que, cuando miren al firmamento, recuerden que: cuando sean capaces de observarlo entendiendo un poco lo que es cada una de las cosas que ven, siendo realmente conscientes de su naturaleza y de su dimensión, no podrán evitar el quedar fascinados ante tanta grandeza.
Carlos Vera Hdez – 18/04/2001